martes, 14 de septiembre de 2010

Carta de Liberación #3...

Ella fue la Mamá de mi Papá... ella fue mi abuela; recuerdo de pequeño haber pasado tiempo en su casa, me gustaba ir a barrer su casa junto con mi hermana, jugar en el cuarto de lavado que tenía ella con un pequeño bote que mi papá me había hecho de madera, pasar tiempo en el taller de mi abuelo con la infinidad de cosas que él tenía ahí, o ya de plano ver a Suzuki su perra Pastor Alemán que estaba impresionante y hermosa.

No sé a que se deba, pero las casas de las abuelas siempre están llenas de cosas misteriosas que atrapan y encantan a los niños de pequeños, ya sea porque tienen un cuarto "embrujado" o porque tienen cajones con cosas maravillosas, que la verdad, no sabemos para que sirvan muchas de ellas, pero que llaman nuestra atención.

Mi abuela siempre fue un alma viajera, quizá por eso ella era mas feliz viajando y sus achaques -normales de la edad- no la alcanzaban cuando lo hacía. Le gustaba ir con mis tías de fuera, o simplemente visitar a los familiares que -la verdad- eran muchos.

Recuerdo que un día de pequeño, mi abuela me pregunto que qué era lo que quería para Navidad, a lo cual respondí que quería una "carretilla", días después, bajo su árbol recibí un pequeño paquete y pensé "no creo que quepa una carretilla en él"; pero la verdad es que si era una carretilla... pero de vaqueros, cuando en realidad yo quería una de construcción, una en la que puedes cargar cosas y llevarlas de un lado a otro; si ya sé, que pedo con mis deseos de Navidad, pero pues seamos sinceros, ¿qué niño esta bien de pequeño?

Mi abuela fue de las que compró el primer televisor de control remoto de la familia y pues era una maravilla tecnológica digna de apreciación por cualquier niño amante de esas cosas como yo. Un día estando en su cama a su lado, mi hermana y yo comenzamos a discutir por el control y ella se quedo con el, ya ven que por aquello de que "uno siempre quiere tener el control". Al estar yo mas al frente que ellas pues no note que mi abuela se lo pidió a mi hermana y me lo dio dando un pequeño golpe con él en mi mano, a lo cual yo arrebate sin darme cuenta de que era de la mano de mi abuela de quien lo había arrebatado -Abue, lo siento... no fue con intensión-, después de un segundo de reflexión, volteo y ella solo sonríe, se dio cuenta de que no sabía de quien lo estaba tomando y pues solo pude sentir pena.

Estando yo en preparatoria -en mi etapa rebelde- pues reniegas de todo un poco, y el tema de mi abuela no fue ajeno a ello; nunca entendí el porque mi abuela siempre hablaba de mis primos de "fuera" como si fueran lo máximo, dejándonos a nosotros -a mi punto de vista- como los patitos feos del cuento y porque siempre nos tocaba estar al pendiente de su salud, siendo que cuando estaba de viaje siempre estaba bien y nada le dolía. Recuerdo que cuando termine la prepa, mi papá me pidió que fuera al hospital pues ella estaba internada por un problema de salud que se le presento y yo pues un poco emocionado por el momento y por la petición de mi papá pues accedí algo gustoso.

- Disculpe señor, no es hora de visita y él no puede entrar.
- Señorita deme chance, hoy me gradué y quiero mostrarle mi diploma a mi abuelita, por favor, dejeme pasar.
- Bueno, pero tiene que ser rápido o el regaño lo recibiré yop.
- Muchas gracias; papá voy rápido, regreso.

- ¡Hola abuelita! -mientras sostenía el diploma en mis manos.
- ¡Hola hijo! ¿cómo estás?
- Ya me gradué abuelita y quería mostrarte mi diploma.
- Que bueno hijo, me da mucho gusto... tus primos también ya andan en eso... y el otro día me hablaron ... y ...

Baje un poco molesto y frustrado pues fui a compartir algo mío con ella y ella solo habló de mis primos. Le comenté a mi papá, pero él ¿qué podía hacer? pues se trataba de su madre y él mejor que nadie conocía su carácter y su forma de ser.

- No te preocupes hijo...

Mi abuela era la típica abuelita... cabello cano engalanaba su cabeza, sus manos llevaban las marcas del pasar del tiempo, lentes que enmarcaban sus hermosos ojos de color, de fuerte carácter y nada dejada; era como la abuelita de los 3 García -por darles una idea-. 

Mucho tiempo estuve lejos de ella, pues las heridas de sus comentarios y lo pobre de mi edad, no me permitían entender que todo aquello no era mas que orgullo por todos y cada uno de sus nietos; supongo que quizá ella no lo supo expresar así o -mejor aún- que yo nunca lo pude entender. Abuela desde aquí te pido una disculpa, ahora lo veo mas claro todo...

Recuerdo que cuando mi Ángel nació, ella llego, la tomo entre sus brazos y la reviso... busco sus dos pequeñas manos y solo dijo con orgullo "esas son mis manos". Supongo que ella -como todos nosotros- buscaba la perpetuidad mediante los hijos y nietos que dejaba, y vio una pequeña porción de ella en mi Ángel. Le dio una pequeña ropita que ella había hecho a mano y con eso había dicho todo...

Fui la última persona que se despidió de ella en el panteón, después de hacerme el fuerte por todo el penoso proceso que es recibir a los parientes y amigos, decidí hablar un momento con ella a solas, de corazón a corazón...

"Abuela, muchas gracias por todo, vete tranquila... si algo te tengo que perdonar... te perdono; si algo me tienes que perdonar, te pido por favor, que me perdones. Abuela muchas gracias por todo".

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