En un futuro quizá no muy lejano, dejaremos de existir como especie... y no lo digo con tintes apocalípticos, sino con tintes de sinceridad, de realidad que veo a diario a través de mis ojos.
No moriremos por enfermedades, pues a lo largo de la historia se ha demostrado que la muerte de muchos puede concluir en la salvación del resto. A pesar de que somos nosotros mismos quienes creamos algunas enfermedades, terminaremos por agotar nuestras ideas sobre como envenenar a nuestros hermanos de especie.
No moriremos a causa de bombas nucleares, ni tampoco de radiación que provoque mutaciones en nuestro cuerpo, pues él, es tan débil que no hace falta mas que un paso en falso para terminar con el cuello roto, incluso en nuestro propio baño. No moriremos por explosiones, pues a pesar del odio que podemos generar, no tenemos el suficiente explosivo para desaparecer la huella de nuestra propia existencia.
No moriremos a causa del mal que le hacemos a nuestro planeta, pues somos una especie tan pequeña y carente de sentido para la Tierra, que solo bastarán algunos millones de años para borrar cualquier rastro de nuestra hambre de poder. Recordemos que el concepto que tenemos de tiempo carece de sentido a nivel Universal. A pesar de haber muchas bajas por terremotos, huracanes, tsunamis, volcanes, etc. en algún rincón de la Tierra quedarán algunos humanos, pero también desaparecerán, pues somos como infección producto de un raspón, que a la larga terminará por desaparecer.
No moriremos de hambre, pues a pesar de haber acabado con todos los recursos, buscaremos nuevas cosas que podamos comer; quizá padezcamos hambre por algún tiempo, pero tenemos la ventaja de poder comernos a nosotros mismos sin ningún remordimiento. No podemos evitar que somos una de las pocas especies que se mata a si mismo sin aparente motivo.
De lo que si moriremos será de nuestra propia indiferencia; indiferencia que demostramos cuando tenemos algo que le hace falta a alguien y aún así lo almacenamos sin necesitarlo nosotros; de indiferencia, de poder curar la enfermedad de alguien, pero lucrar con ello; de indiferencia, por no tener las conciencia de ver lo que le hacemos al planeta, sin darnos cuenta de que no es al planeta a quién se lo hacemos sino a nosotros mismos, pues el cielo quizá es mas gris, pero nosotros somos quien respiramos ese aire, de ver como envenenamos la Tierra, pero dejar de pensar que comemos de ella; de indiferencia, pues pensamos que necesitamos mas poder y almacenar mas riqueza, cuando no tenemos la mas remota idea de como es que se sustenta la vida, que es un tesoro mas valioso y que no se recupera. No hace falta que venga un asteroide que nos borre del planeta, ni hace falta un plan para poder salvar a los mas que se puedan, pues para ello nos tenemos a nosotros mismos.
Somos un accidente, pero en lugar de ver la maravilla en ello, nos empecinamos en reafirmarlo.
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