Hace ya algunos años, cuando estudiaba la carrera, las ideas fluían de manera "natural", siempre desde que salía de clase ya iba pensando el como resolver el proyecto o tarea que nos dejaban; había llevado computación, sistemas o infinidad de nombres que le ponen para decir los mismo... programar, desde que estaba en secundaría de una forma "formal".
Reconozco que me tomo mucho mas trabajo aprender a programar en secundaria, pero también debo de decir que fue donde mas aprendí, un poco por la gran maestra que tuve y otra porque la emoción era tan fuerte que motivaba a hacer las cosas; (¡OJO!... no por ello quiero decir que con mis demás profesores no aprendí, solo destaco que esta maestra fue quien sentó las bases para todo lo que vendría después y que gracias a ellos lo demás me fue un poco mas sencillo de asimilar) aprendíamos "jugando"; esa frase siempre me ha gustado y la he escuchado en mas de una ocasión, pero decirla a personas de mas de 18, adultos jóvenes, niños sintiendose grandes o adultos en formación, pues resultaba algo cómico.
En ocasiones las cosas fluían rápido, en otras no tanto, pero siempre podía contar con la música para hacer que las neuronas se agitarán y mandaran una respuesta más rápido de lo habitual; -por lo general- sentado frente al mueble donde estaba la computadora de escritorio empezaba mi "rito", abría mi reproductor favorito -en todo el Mundo- cargaba mi playlist con todas mis rolas favoritas, que iban desde las de moda, pasando por rolas mas estruendosas y terminando con algunas mas tranquilas, abría el programa y las manos hacían lo que la cadencia de la música ordenaba, conforme el ritmo de la música avanzaba, las ideas y las soluciones aparecían como por arte de magia.
Incluso las noches fueron modificadas para darle paso a las ideas que de repente se agolpaban en mi cabeza; recuerdo haber despertado a las 4 de la mañana porque la solución al problema pendiente de la noche anterior ahora aparecía, simple y clara, como si entre sueños aún seguía buscando la respuesta. Al día siguiente la satisfacción opacaba el desvelo y la música había hecho lo suyo pues aunque fuera en volumen bajo o con audífonos había ayudado ya sea en la idea, o en el ritmo a la hora de "teclear".
Aún ahora, de vez en cuando, cuando quiero agilizar algo en mi cabeza recurro -sin dudarlo- a un buen playlist. Definitivamente la música es una pieza importante en nuestras vidas y no la concibo sin ella.
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