Como te voy a extrañar...

Hace poco inicié el proyecto de una pecera, un poco porque me han dicho de las bondades que tiene el tener peces por cuestiones de relajación y porque así ayudaría a curar un poco mi niño interno -que ya tiene bastantes problemas-.

Todo muy bien, poco a poco la he estado armando y cada vez la emoción crece pues la veo mas completa, imagino que mas le puedo poner tratando de tener un equilibrio para no tenerla muy saturada. Semana tras semana me he dado la tarea de comprar uno a uno los elementos que considero necesarios; que si un pez mas, que si la piedrita, que si el fondo, que si le ponemos, que si le quitamos.

Ha sido tal mi emoción que hasta mis amigos la comparten y hasta uno de ellos hizo su respectiva donación de 2 miembros mas (muchas gracias hermano); todo muy bien, todo muy padre... hasta el día de hoy.

He tomado la costumbre de en las noches, cuando me levanto, ya sea al baño, apagar el aparato de aire o a tomar agua, hago una ronda por la casa; me asomo a ver a mi Ángel, veo a los perros y checo los peces. Hoy por la mañana, los cuento y me falta uno... al aclarar la vista, veo con tristeza que ya estaba flotando, era uno de los primeros peces que había comprado, uno de los mas tranquilos y uno de los que al principio no me gustaban tanto -la verdad-, pero que aprendes a tomarles aprecio ya sea por su forma o por la buena función que realizan al hipnotizarte con sus suaves y graciosos movimientos.

La verdad que esto me agüito mucho, pues es mi responsabilidad; cuando un pez se me había muerto antes, pues era quizá por mi falta de cuidados o por algún accidente, pero no por "negligencia" de ni parte al separar a los nuevos y dejar un tiempo para que se acostumbren. No sé, hay muchas preguntas en mi cabeza, como siempre impera, el "si yo hubiera..."

Te voy a extrañar pecesito...