Después de varios días de lluvia -como los que hemos tenido últimamente- en la Comarca Lagunera el clima retoma su curso; el Cielo se despeja y nos deja ver un espectacular cielo azul, con un color fuerte y bien definido, el aire es transparente como debe de ser siempre, el Sol se ve radiante y hasta el estado de humor nos cambia. Para algunos quizá pasa desapercibido, pero para los que nos damos el tiempo de perder el tiempo en algo tan simple, es muy gratificante.
Después de la tormenta siempre viene la calma...
Lamentablemente con la calma también viene el descontento; veo con tristeza al recorrer las calles de mi ciudad que todo lo tapamos con un simple parche, nos ahogamos en nuestras propias apatías y nuestra falta de compromiso con nuestra sociedad.
Las calles se inundan, se llenan -quien sabe como- de pozos y lo que antes era asfalto, ahora solo es un montón de piedras a la orilla de esos pozos. Nadie sabe como es que llegaron pues la calle "estaba en buenas condiciones" según las autoridades; las coladeras por su parte no se dan abasto pues por unas entra todo y por otras sale todo también, la gente de esas calles "conflictivas" hasta ya sabe que hacer, abre las alcantarillas, pone señalamientos improvisados con llantas, palos de escoba o ramas y espera a que las cosas retomen su calma. Las calles se vuelven polvorientas y el lodo comienza a emanar de las grietas que el peso de los vehículos ha hecho. Los niños y madres comienzan a danzar entre los charcos, mientras torean al camión que no se tienta el corazón al pasar por su lado y moja el uniforme que tanta lata diaria le da a ella y que con tanto cuidado trata él. Gente barre diario, pero el agua no perdona y no tarda en retomar su cause y si mas barres, al parecer mas te llega... la apatía cobra mas fuerza. Lastima que hay mucho que decir y pocos oídos a los cuales llegar.
Esperemos que con una nueva administración, lleguen también nuevas esperanzas de avanzar.
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