"Que bonito es ver llover y no mojarse"... dice la frase popular, pero la noche de ayer me divertí como hace mucho no lo hacía; me habían invitado a jugar fútbol y después de quedar mal en muchas ocasiones, pues me hice el propósito de ahora sí, ir a jugar o que jugaran conmigo, lo que ocurriera primero.
Gracias a que no quería quedar una vez mal y por el hecho de que soy "el nuevo" en el equipo, pues decidí llegar temprano; hacía mucho tiempo que no iba a esa cancha así es que tenía que ir a reconocerla pues sabía que había cambiado.
Llegue, después de un rato de esperar y esperar pues nada que llegaba mi amigo que me había invitado...
- Qué ondas Carnal, me tienes aquí con el Jesús en la boca, ¿dónde andas?
- ¿Ya estas ahí? voy en camino dame chance unos minutos y llego, ¿aún no llega el viejito?
- A caray, hay muchos... ¿a qué viejito te refieres?
- El que trabaja con nosotros.
- No lo he visto, pero aquí los espero.
- Ya llego.
La verdad que siempre he dicho que cuando llegas pues no puedes imponer tus reglas ni nada por el estilo y esta no fue la excepción, discretamente me puse los "botines" -siempre había querido decir así-, las espinilleras, tobilleras y las medias, por aquello de vestirse para la ocasión -jajaja-. En el primer tiempo pues no tuve cabida y me dedique a ponerme al corriente con las platicas pendientes entre mi amigo y yo; la lluvia estaba arreciando y pues no hubo saque pues ya me encontraba ahí y no había lugar donde nos pudiéramos meter. Al llegar el medio tiempo entro en la cancha y tiro hacía la portería, de perdido desquito la ida; tiro tras tiro sacas un poco el estrés diario y aprovecho para correr un poco.
Llega el segundo tiempo y después de un rato de empezado se me da la oportunidad.
- Cambio.
- ¿Quién? ¿yo?
- Simón
- ¡Cambio!
Entro y trato de cubrir la posición del chavo que acaba de salir; corro, busco la pelota, me caigo o me tumban no se que pasa primero -jaja-, pateo el balón... me divierto. La lluvia le pone un sabor especial al juego, como el que le ponía cuando jugaba muy pequeño en la calle con mis amigos de la cuadra. El balón corre por la cancha, todos estamos empapados, pero seguimos jugando.
Al llegar a casa tomo un baño caliente, me seco lo mas que puedo, me pongo ropa seca y me acuesto en la cama; "que rico es ver llover y no mojarse" -ahora si-, son de esas pequeñas cosas que te reconfortan y tranquilizan, hubiera quedado excelente un café, pero las ganas ya estaban muy mermadas y el sueño estaba presente.
¿Que sería de la vida sin estos momentos que llenan el espíritu de nuevos bríos?
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