Recuerdo que mis Veranos eran mágicos y espectaculares; entre juegos, risas y correr por la calle pasaba todas mis tardes.

Cuando estaba en casa con mis papás pues aunque eran un poco mas tranquilas mis vacaciones, todas las tardes jugaba fútbol con los vecinos de la calle o incluso en torneos con otras calles de la misma colonia, para dar paso en la tarde-noche a juegos como las "escondidas", a la "traí" o incluso a juegos que nos permitía la convivencia con las niñas de la misma cuadra.
Todo era mágico -como ya lo dije antes-, mi mamá como todas las demás, no tenían porque preocuparse de donde andaba, con quién o a qué hora regresaba, pues nuestra realidad era muy diferente a la que ahora se vive, y ella sabía que regresaba a comer, a bañarme y a descansar. No había vicios mas que el juego y la diversión.
Siempre ha habido gente mala, de eso no tengo duda, desde pequeño escuche del "robachicos" o las recomendaciones de no abrirle a extraños, lo malo es que nunca había pasado nada como lo que nos afecta ahora. Tanta violencia y odio en las calles y en la gente que las transita, tanto rencor; quizá es mas que nada miedo a la realidad que nos hace reaccionar así, miedo a no tener nada que llevar a casa, a no saber que hacer cuando alguien querido esta enfermo, miedo a no tener trabajo, miedo a que ninguna autoridad nos defiende y lo único que sabemos hacer es agredir.
Es una pena, porque los niños del presente no tendrán Veranos como los que yo y mis amigos tuvimos, mucho menos como los de mis padre y que decir de los de mis abuelos; no se darán baños de Sol en los atardecer y no llenarán de raspones sus rodillas.
¿Qué futuro les estamos dejando?...
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