lunes, 26 de julio de 2010

Veranos de la Infancia

Recuerdo que mis Veranos eran mágicos y espectaculares; entre juegos, risas y correr por la calle pasaba todas mis tardes.

Cuando estaba en casa de mis abuelos, mis primos y yo recorríamos el Río Nazas descalzos jugando con la arena, bailando trompos, volando con papalotes, jugando a las canicas, cualquier pretexto era bueno para divertirse, hasta tuve la oportunidad de bañarme en norias y en canales de riego. El campo era una toda una aventura para un niño de "ciudad" y yo disfrutaba mucho el acompañar a mi abuelo a recorrer su parcela y escuchar sus historias o sus enseñanzas.

Cuando estaba en casa con mis papás pues aunque eran un poco mas tranquilas mis vacaciones, todas las tardes jugaba fútbol con los vecinos de la calle o incluso en torneos con otras calles de la misma colonia, para dar paso en la tarde-noche a juegos como las "escondidas", a la "traí" o incluso a juegos que nos permitía la convivencia con las niñas de la misma cuadra.

Todo era mágico -como ya lo dije antes-, mi mamá como todas las demás, no tenían porque preocuparse de donde andaba, con quién o a qué hora regresaba, pues nuestra realidad era muy diferente a la que ahora se vive, y ella sabía que regresaba a comer, a bañarme y a descansar. No había vicios mas que el juego y la diversión.

Siempre ha habido gente mala, de eso no tengo duda, desde pequeño escuche del "robachicos" o las recomendaciones de no abrirle a extraños, lo malo es que nunca había pasado nada como lo que nos afecta ahora. Tanta violencia y odio en las calles y en la gente que las transita, tanto rencor; quizá es mas que nada miedo a la realidad que nos hace reaccionar así, miedo a no tener nada que llevar a casa, a no saber que hacer cuando alguien querido esta enfermo, miedo a no tener trabajo, miedo a que ninguna autoridad nos defiende y lo único que sabemos hacer es agredir.

Es una pena, porque los niños del presente no tendrán Veranos como los que yo y mis amigos tuvimos, mucho menos como los de mis padre y que decir de los de mis abuelos; no se darán baños de Sol en los atardecer y no llenarán de raspones sus rodillas.

¿Qué futuro les estamos dejando?...

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