martes, 27 de marzo de 2012

Counting Crows - Mr. Jones



"... Believe in me
Help me believe in anything
I want to be someone who believes..." 

No sé contar chistes...

Tal vez ya lo saben, tal vez ya se los he contado... no sé contar chistes. No sé bien a ciencia cierta a qué de deba; he escuchado chistes buenísimos de muchos de mis amigos, he pasado horas riendo sobre cosas que veo en tele, escucho en radio y hasta en las cosas graciosas en las que he participado o me he visto inmerso. Aún así, no tengo la gracia de saber contar un chiste.

Cuando he sacado la risa de un amig@, es porque les cuento de mi vida, de las cosas que veo, del sarcasmo con que las aderezo para poder digerirlas, de las cosas que no tolero y de las cosas que disfruto. No sé... supongo que no soy bueno diciendo lo que no me consta o quizá se me hace mas interesante ver la reacción de la gente cuando sabe lo que me pasa o por lo que he vivido.

Aunque pensandolo bien... quizá si sé contar chistes, pero creo que solo son para mi. Cada noche cuando me preparo para dormir, hago una pequeña reflexión sobre todo lo que me paso en el día, hay ocasiones en que no puedo sacar una sola sonrisa, pero también hay días en que me voy a la cama y sin querer sonrío a pesar de que este dormido.

Supongo que ese es el mejor de los chistes, el que te permite disfrutar de todo lo que haces y te deja un buen sabor de boca al irte a la cama. Entonces, creo que quizá si tengo algo de remedio, quizá si puedo sacar una sonrisa de tu boca, quizá hasta una carcajada. Ahora solo tengo que aprender a enseñarte a que veas la vida como yo la veo, creo que debo de empezar ejemplificando algo de ello con un poco de mi vida, para que sepas darle un poco de sabor a la tuya, que no dudo que ya se la estés dando, pero quizá aún no conoces todos los sabores.

Ojalá tu también me puedas compartir un poco de tu sonrisa...

lunes, 26 de marzo de 2012

Por falta de palabras...




Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una  bella  mañana de abril.
Una bella mañana de abril, en una callecita  lateral  del  elegante  barrio de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.  A decir verdad, no era tan  guapa.  No sobresalía de ninguna manera. Su  ropa  no era nada especial. En la nuca su  cabello  tenía las marcas de recién  haber  despertado. Tampoco era joven –debía andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aún así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un  desierto.  

Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados, o grandes  ojos,  o delicadosdedos, o sin tener una buena razón te enloquecen las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la  mesa  de junto porque me gusta la forma de su nariz.  

Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la forma de la de ella –ni siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran  belleza.  Extraño.

-Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a alguien.  

-¿Sí? –Él dice- ¿Estaba guapa?  
-No realmente.  

-De tu tipo entonces.  

-No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho.  

-Raro. -Sí. Raro.  

-Bueno, como sea –me dice ya aburrido- ¿Qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?  

-No, sólo me crucé con ella en la calle.  

Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril.  
Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mi, y –lo que realmente me gustaría hacer- explicarle las complejidades del  destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril en 1981.  Algo que  seguro  nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo  reloj  construido cuando la paz reinaba en el mundo.  

Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una  película  de Woody Allen, parar en el bar de un  hotel  para unos cócteles. Con un poco de  suerte,  terminaríamos en la  cama.  La posibilidad toca en la  puerta  de mi corazón.  
Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros.  ¿Cómo acercármele? ¿Qué debería decirle?  
-Buenos días señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?  

Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.  

-Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?  

No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿quién me compraría una línea como esa?  
Quizá simplemente sirva la verdad: Buenos días, tú eres la chica 100% perfecta para mi.  No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar conmigo. Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.  

Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi  piel.  La acera está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar todos sus secretos.  
Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.  

Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.  
Bueno, no importa, hubiera empezado “Erase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?”  
Erase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente  apuesto  y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todo los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.

Un día se encontraron en una esquina de la calle.  

-Esto es  maravilloso  –dijo él-  
Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.  
-Y tú –ella le respondió- eres el chico 100% perfecto para mi, exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.  

Se sentaron en la  banca  de un parque, se tomaron de las manos y dijeron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa  maravillosa  encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro cósmico.  Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿estaba bien si los sueños de uno se cumplen tan fácilmente?  
Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica:  
Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?  

-Sí –ella dijo- eso es exactamente lo que debemos hacer.  

Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste.  Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante 100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran. Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.  

Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y tras pasaron semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda  memoria  de los años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.  

Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en la  oficina  de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el  amor,  a veces el 75% o aún el 85% del amor.  

El tiempo pasó veloz y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica treinta.  Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio. Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello de sus  memorias  perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho.  
Y supieron:  

Ella es la chica 100% perfecta para mí.  

Él es el chico 100% perfecto para mí.  

Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.  
Una historia triste, ¿no crees?  

Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.




Haruki Murakami



miércoles, 21 de marzo de 2012

Espero curarme de ti...



Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


Jaime Sabines

martes, 20 de marzo de 2012

Ataque de Pánico...

Desde hace unos días he visto una invitación en la cabecera de Youtube y me hizo recordar este vídeo, espero lo disfruten tanto como yo...



Un buen corto, acompañado de su respectivo video clip...

Mi nuevo año...

Ayer (19 de Marzo de 2012) concluyo mi año 32; no sé si se los han preguntado o si ustedes mismos lo han hecho, pero ¿se sienten mas viejos con cada cumpleaños que han tenido? ¿empiezan a "descumplir" o siguen cumpliendo? ¿les ha dado la depresión post-cumpleaños?... la verdad que siempre me han parecido exageraciones de la gente e incluso de uno mismo. A mis 32 años, pues puedo decir que siempre ha sido una emoción cumplir años, por lo general hago mis "fiestas patronales"que varían de 2 a 3 días, dependiendo de las posibilidades ($), no hago cosas en grande, solo comparto tiempo con mis amigos y con todos aquellos que me recuerden en éstos días. Algunos van otros vienen, algunos faltan, algunos no pueden faltar, siempre hay un continuo movimiento en ello y doy gracias por ello también. Ha habido fiestas memorables, otra quizá no tanto, pero lo importante es que he tratado de estar consciente (de mi edad) en todo momento.

Hoy es Martes (un día después), y hoy oficialmente comienzo con la historia de mi año 33, un año cabalístico para muchos como para mi, es un año de hacer cambios y de realizar avances, no sé que tanto se note, no sé que tanto pueda, pero intentaré hacer mi máximo esfuerzo. Cada año me comprometo -o al menos lo intento-  de modificar algo en mi vida, éste año pediré estar mas consciente de todo, trataré de exprimir cada minuto y de no perderme cada sonrisa que comparta, cada consejo que de, cada lagrima que derrame, cada gota de sudor que de mi emane, cada bocanada de aire que necesite. Trataré de ser mas sano, tanto física como mentalmente me sea posible, ya no tengo mucho tiempo, ya he desperdiciado suficiente, así es que debo, quizá no de recuperar el tiempo perdido, sino de estar mas consciente de todo el tiempo venidero, no quiero perderme de nada...

Mi año 33 tiene que ser -como todos los demás- muy especial, éste contara con un nuevo enfoque y por ende con resultados diferentes; me dejaré del cansancio, estoy en el punto justo entre la juventud y una madurez "avanzada"; me dejaré de temores, pues estoy entre el atrevimiento de un muchacho y el "pensarlo demasiado" de un adulto mayor; estoy en el punto medio de muchas cosas... así es que debe de ser el año en que mas cosas pueda y deba de hacer, ya basta de temer y de dejar pasar, ya basta de hacer las cosas a la mitad o de dejarme llevar por el fastidio y el pesimismo, solo pensaré en qué es lo que debo de hacer y cómo es que lo debo de levar a cabo...


Tengo todo un año, en él cambiaré enfoques, mediré resultados, evaluaré avances y re-inventaré mis estrategias, para así, dentro de un año, entregarles un buen año 33 de mi parte... Trabajando en ello.

miércoles, 7 de marzo de 2012

El Orden de los Factores...

Desde hace algunos años cuento con la bendición de trabajar en algo que me gusta; es un privilegio con el que pocos cuentan, quizá muchos tienen la posibilidad de ser felices con ello, pero creo que pocos nos hemos dado cuenta de esa bendición... en fin, no estoy aquí para juzgar ese peculiar punto de vista.

Creo que desde que inicie a trabar en esto, he tenido que pasar por varios procesos propios del trabajo y propios del puesto en si; al principio me toco aprender y lo hice con mucho gusto, no niego que me "negrearon" hasta que se cansaron, pero a final de cuentas se agradece, porque me obligaron a esforzarme al máximo y aunado a mi entusiasmo pues pude con ello; luego vino la parte donde demuestras lo que sabes, puedes hasta cotizarte, pero sigues aprendiendo, pero la diferencia quizá estriba en que ya razonas algunas soluciones posibles, factibles y probables; no sé si haya mas categorías, porque creo que me sigo desarrollando en la segunda que al menos he detectado... sé lo que hago, reconozco que no me las se de "todas... todas", pero me defiendo y entiendo el problema que se presenta y hasta me atrevo a ofrecer soluciones, sigo aprendiendo y es una cosa que agradezco infinitamente por sobre todas las cosas, trato de mantenerme vigente, aunque reconozco que no es cosa fácil, siempre habrá alguien mejor que tu, aunque... al menos en lo que hago, no ha sucedido... (jajaja) -sabes que es broma Dios-.

He recorrido algunas empresas, esto me ha permitido aprender de varias personas, ver varios puntos de vista, resolver las cosas de muchas formas y también definir lo que considero bueno y malo del "como se hacen las cosas". El enfoque de esas empresas ha variado, el giro es diferente y he tenido que lidiar con ello también, unas se dedican o enfocan a una cosa, mientras otras se dedican a lo que la primera no, a pesar de hacer exactamente lo mismo.

En teoría hago o he hecho lo mismo en todas esas empresas, un poco de "esto", un mucho de "aquello" y bastante de "esto otro", pero al igual que la empresa, el enfoque de mi parte ha tenido que cambiar; lo que en unas empresas era eficiente o eficaz en otras no lo es tanto. Considero que hacer lo mismo siempre de la misma manera es un error en el que muchos podemos caer, "si funciona, no le muevas", y quizá hasta en cierto punto coincido, pero también reconozco que siempre debemos buscar otras maneras de hacer exactamente lo mismo, ¿por qué? quizá el principal motivo sea el tener herramientas que se apliquen a diferentes soluciones, otro punto podría ser el que te mantiene despierto dentro de lo que haces y vuelves divertida o hasta desafiante una tarea tediosa, como el picar botones una y otra vez hasta el cansancio, a final de cuentas, yo decido que botón tocar y como he de hacerlo, ¿o no? también consideremos que la misma solución no aplican a todos los problemas o que no todos los problemas se resuelven de la misma manera, como gusten verlo, a final de cuentas depende de muchas combinaciones posibles...

Hace poco, re-inventando el modo en que hacía las cosas, me di cuenta -una vez mas- de que podía hacer las cosas de otra manera... dio resultado... me tomaba 30 minutos (máximo 1 hora) organizar todo mi trabajo, me daba tiempo de realizar otras tareas propias del mismo y hasta sentía -al menos en percepción- que avanzaba mas rápido el día, entre otras cosas.

Definitivamente hay que buscar el hacer las cosas de otra manera, siempre habrá algo que mejorar, ello nos mantendrá vigentes y nos permitirá no morir de hartazgo en nuestra propia silla, con el peso a cuestas de trabajar en algo que no nos desafía continuamente; así es que te recomiendo que te pongas las pilas y hagas lo mismo hasta de cabeza -si es necesario-, verás que te cambia completamente la perspectiva de todo lo que haces... 

Mucha suerte.

No a los Plurinominales Revolucion del Intelecto - Pedro Ferriz de Con



Sinceramente no sé en que vaya a acabar todo esto, pero de lo que si estoy seguro es que hay que empezar a hacer algo... ya basta de solo quejarnos, empecemos a actuar...

martes, 6 de marzo de 2012

De lo que me arrepiento...

Por mi forma de ser y por la forma en la que veo la vida, creo que hay pocas cosas de las que me puedo arrepentir; entiendo y siento que todo lo que nos pasa han sido pruebas de la vida, el "cómo" las superamos a final de cuentas va forjando nuestro carácter.

No puedo decir que hay buenas o malas decisiones, simplemente son decisiones, es complicado juzgar lo bueno o malo de alguna de ellas a corto plazo; quizá la decisión que hoy tomamos no parece ser la mas conveniente ante nuestros ojos o a los ojos de quien llega a saber de ella, pero a la vuelta de algunos años nos puede brindar grandes satisfacciones; también tenemos el otro lado, lo que hoy nos brinda una satisfacción inmediata puede no ser una buena decisión con la perspectiva que dan los años, todo es relativo, todo dependerá de hacia donde queremos ir.

Como ya dije, hay pocas cosas de las que me puedo arrepentir, soy "relativamente" joven y creo que bien o mal, las decisiones que he tomado me han mantenido en un buen camino ó al menos el que así he considerado. Pero siempre llega la lección de donde menos la esperas... hace unos días, sin querer, encontré una foto, de no mas de unos 5 ó 6 años; me veo con un grupo de amigos, unos de esos "hermanos del alma", los que vas agregando conforme vas avanzando en éste ir y venir que da la vida. Me veo -lógico- mas joven, distingo pocos cambios, pero quizá por mi complexión me son mas notorios a mi que me conozco de toda la vida -jajaja-, veo el cambio de algunos de ellos, en algunos es bastante "rudo" el cambio, otro no tanto, se ven conservados o al menos los sigo viendo igual. 

Hay muchas personas que han pasado conmigo la vida, unos por periodos cortos, otros por periodos largos, no me ha importado que tanto, sino que tan bien la he pasado con ellos.

Cuando mas joven, siempre me dio algo de flojera cargar una cámara, la tecnología no era lo que es ahora, no se podía meter una cámara en un bolsillo o retirar una tarjeta de memoria para descargarla en una computadora, no, aunque me haga ver el pasar el tiempo, las cosas eran diferentes; no te podías dar el lujo de tomar 5 ó 10 fotos de fotos grupales, no, era 1 ó máximo 2 fotos, el rollo era caro, se tenía que acudir a un centro de revelado y digamos que los papás no compartían la idea de que el "niño" de la casa tomara fotos que no pagaba por revelar... qué tiempo aquellos...

Los compañeros que así lo hacían recorrían todo el salón o casa donde nos encontrábamos, invitandonos a participar en la foto, no siempre acudíamos con emoción, no siempre estábamos dispuestos a hacerlo, digamos que éramos mas "rancheros"; ellos son los que ahora tienen un recuerdo mas vivo de lo que fuimos, de lo que compartimos y tienen un testimonio de las risas, los abrazos y de las buenas intensiones que nos teníamos.

Para mi bien creo -o al menos así lo considero- que tengo buena memoria, pero aún ella, tiene sus desventajas, el proceso de la memoria no es como nos lo imaginamos; cada que evocamos un recuerdo, éste sale del archivero en que lo contenemos, dentro hay muchas carpetas, sacamos la que buscamos, al abrirla, leemos y releemos lo que contiene, pero no solo eso, sino agregamos parte de los "buenos recuerdos" que queremos agregar, pero no es eso, sino un sentimiento que nos hace mejor el recuerdo, agregamos detalles en ocasiones inexistentes y los hacemos parte de ellos como si realmente hubieran ocurrido, pocas ocasiones nos detenemos a observar los detalles, es por ello que necesitamos rellenar algunos huecos... traducción, llega un momento en que son mas mitología que realidad.

Hoy tengo pocos recuerdos de mis amigos de la infancia, pocas fotografías son las que me quedan, algunas de ellas fueron regalos, otras -muy pocas- las que alcance a tomar, me arrepiento como no tienen una idea de no haber capturado sus sonrisas, sus rostros, la expresión de sus ojos, la actitud del momento, el detalle de sus almas... Ojalá que un día la vida me de tiempo de ir juntando las pequeñas piezas con las que todos contamos, esas piezas de un rompecabezas que fuimos forjando, ojalá algún día los reconozca en la calle y aunque mas viejos, reconozcamos en nuestras caras, mas allá de las arrugas y las manchas, de las heridas que nos proporciona la vida, ojalá alcance a percibir esa alma amiga que compartió un tiempo la vida conmigo, que te pueda dar un abrazo, y que pueda evocar el recuerdo fiel de lo que fuimos y siempre seremos... un amigo del alma y un fiel compañero...