miércoles, 11 de noviembre de 2020

Por un membrillo...

    Hace un par de meses que he estado tratando de entender el concepto de "suficiente"... sé que es difícil de entender porque todos tenemos una idea diferente sobre él; nuestro medio, padres, conocidos y sociedad en general han puesto diferentes significados acerca de lo mismo. Van de frases de "si quieres tener éxito debes ser...", pasando por "ésta carrera es la que te asegurará un futuro...", hasta un "de eso te vas a morir de hambre...". Pero... y si nunca se nos dice que el camino hacia la felicidad no depende de lo que nos dediquemos, sino a lo que nos haga felices, a lo que nos llene como individuos.

    Sé que los padres muchas veces lo hacen con la mejor de las intensiones, pero no por ello pecan u omiten una verdad de la que ellos mismos han padecido, no por el hecho de ser "exitoso" en algo, significa que nos garantiza una estabilidad emocional que tanta falta nos hace a muchos de nosotros.

    Hace poco, en mi habitual carrera por hacer todo lo que debo de hacer diariamente, pasaba por una esquina en especial, una en la que siempre veo un camión en la que se vende fruta y verdura, el típico puesto no establecido pero al que diariamente acuden madres y padres de familia para llevar lo del día, lo que necesitan para hacer la comida de casa. No sé a qué se deba, pero siempre había llamado mi atención, quizá por el hecho de que me recordaba una escena de mi niñez en casa de mis abuelos, que salían al llamado del "bueno bueno!" un camión con las mismas características que hacia la misma función - a la que me refiero- por su casa.

    Tenía días atrás diciéndome "llegaré por algo", pero siempre encontraba un pretexto para no hacerlo, que si no hay estacionamiento cerca o en la primer vuelta que tenga... total que no me había atrevido a hacerlo. Sería cuestión de la tercer o cuarta vuelta que hice cuando me dije "y por qué no...?", así es que di la vuelta a la manzana y me estacione cerca, que si bien no lo fue tanto, estaba decidido a por fin llegar de una vez por todas.

    Tomo manzanas (rojas y amarillas), un par de pepinos, limones y cuanta cosa me iba encontrando; la verdad es que parte de mi "antojo" es que en una de esas vueltas había notado que tenían membrillos, cosa nada rara, pues es temporada para ello. De niño recuerdo días en que mi madre, los partía en rodajas y los comíamos con algo de limón o sal o partidas simplemente a la mitad con algo de chile en polvo... todo un manjar para un niño como yo en aquellos tiempos.

    Debido a la pandemia por la que estamos atravesando, todo aquello era mas que nada para llevarlos a casa a que los míos pudieran disfrutar de ello y de pasada tuvieran un buen sistema de defensas para esta terrible incertidumbre entre sentirte enfermo por una gripa de temporada, una típica alergia por los cambios de clima o por el encierro que merma día con día nuestros ánimos.

    Así es que me apresuré con aquel botín a casa, no importaba que me sacara de mi ruta o que tuviera que dar una vuelta mas que no estaba contemplada, hacia un par de minutos atrás; no quería correr el riesgo en que por el calor del carro o por mi tardanza para regresar le fuera a causar estragos a todo aquello.


    Al dejar la bolsa en casa, solo me apresuré a sacar uno de aquellos membrillos; estaba sin lavar, pero solo lo deje en mi asiento de a lado y continúe con mi camino. Al llegar a la oficina, baje mis cosas, empecé a ver pendientes y a acomodar mi equipo para un día laboral sin contratiempos. Ya sentado, recordé que tenía que lavarlo, así es que lo tomé, lo lave con algo de emoción, pero con mucho cuidado; me senté nuevamente en mi silla que puse frente a mi ventaba, contemplé el cielo y las pocas nubes que circulaban por él.... disfrute de cada mordida que le iba dando y me dije "para esto es para lo que trabajo"...

    Todo aquel día valió la pena...

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