Es una mañana fresca, no precisamente de las que puedes o no usar una chaqueta sin problemas, ésta es un poco mas fría, al menos un poco mas que las anteriores a ella. Todo parece en calma, las prisas matutinas por todos lados; niños a las escuelas, padres tirando de sus manos hasta la puerta, oficiales de tránsito dirigiendo la orquesta con sus manos, olor a comida, prisas y mas prisas.
Un joven va por la banqueta, con un paso normal, el tiempo previsto para su llegada es el adecuando, así es que se puede dar el lujo con el que no cuentan los demás... no se da prisa.
Acostumbrado a las panorámicas clásicas de las mañanas, nada fuera de lo normal, todo marcha según el plan de Dios o del destino -para no herir susceptibilidades-. Casi al llegar a la esquina, ve a una mujer indigente, aunque a decir verdad, él cree que es mas rica que muchos a su alrededor; siempre la ve sonriendo y sentada en una orilla de una tienda, con todo o que tiene en su mundo a su alcance, a su alrededor todo mundo corriendo como queriendo alcanzar algo que precisamente... no tienen.
Le llama la atención algo que tiene en esta ocasión en la mano; es un pequeño paquete de papel aluminio, al acercarse nota que es un buen pedazo de pastel, supone que alguna persona que la conoce se lo dio entre sus carreras.
Todo esta bien, aunque... el joven sabe que no es así. Regresa sobre sus pasos, entra a la tienda, sirve un café, toma dos sobre de azúcar, dos de "Splenda", y dos de crema, cierra el vaso y le inserta en la tapa un mini popote rojo, pasa por la caja -que a pesar de ostentar un letrero que indica que no puede haber mas de 3 clientes en fila, cuenta con al menos 5 de ellos-, paga por el, se dirige a la mujer y se lo ofrece...
- No es lo mismo el pastel sin un café.
Ella solo sonríe, quizá lo considera su día de suerte, pastel y café caliente ¿quién lo diría?
Los pequeños detalles hacen que disfrutes mas las bendiciones de la vida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario