miércoles, 2 de diciembre de 2015

Imagina...

Imagina como llamaríamos al manicomio que se formaría entre tus locuras y las mías, a la continua pelea por imponer nuestras verdades y someter las inquietudes del otro.

Imagina como retorceremos el tiempo con mi gusto por la puntualidad y tu concepto de ella, del cinismo de su despilfarro y del vértigo cuando no nos alcanza.

Imagina como nuestras ideas se mezclan con la visitas, se complementan y se entrelazan para después explotar en todas direcciones y dejar solo recuerdos regados por nuestra ya vaga memoria.

Imagina el olor, mezcla de mis malas costumbres y de tus malos hábitos; de la terrible dieta que tuvimos que adoptar en nuestra vida y por desgracia… hasta impuesta.

Imagina la desesperación que produce el no hacer que las cosas salgan como queremos y deseamos, lo peor, que tampoco como todos los demás quieren o desean, sino todo lo contrario.

Imagina la terrible y exasperante condición de sentirse amarrado a algo que llamaremos responsabilidad y madurez, lo frustrante que será despertar todos los días de mi vida sabiendo que a “alguien” le tengo que responder… al señor luz, al señor agua, al señor gas… al señor dinero… 

Que inevitablemente de tanto imaginar, quizá hasta le lleguemos a decir pesadilla, como en alguna ocasión yo ya le he llamado… 

Imaginas como lo llamarías?

Yo lo llamaré Hogar...

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