martes, 21 de junio de 2011

Pensé en pedirle a Dios...

Y ahí estaba... era un carro del año, el premio mayor de la rifa que se hacia anualmente en la sección a la que mis papás pertenecían; no recuerdo el color, no recuerdo muchos detalles, fue hace bastante tiempo y la verdad no creo que venga al caso, solo recuerdo que mi papá me dijo que si quería que nos lo sacáramos le tenía que pedir a Dios por las noches en mis oraciones y que si lo hacía con mucha fuerza seguramente sería nuestro. Esa misma noche después del baño y la cena, recuerdo estar en mi cama, con las sábanas sobre mi, haber juntado mis manos y pedirle a Dios que nos lo concediera, seguramente si lo hacía con mucha fe -como dijo mi papá- sería nuestro.

Los días pasaron y todas las noches le pedía lo mismo, no sé si era la sensación de tener un carro nuevo lo que mas me gustaba o el hecho de que mis papás, mis hermanos y yo llegáramos a casa con un carro del año y que los vecinos nos preguntaran por el.

La verdad que la niñez trae en sí misma muchos misterios que aún no logro comprender del todo; te hace de lo simple algo maravilloso y de lo complejo algo aburrido, quién no ha visto jugar a un niño con una caja mientras que el regalo que venía dentro de la misma esta de lado, admirando la escena, si tuviera sentimientos seguramente estaría llorando; quién no ha visto al niño con la bicicleta mas nueva de la cuadra, pero llorando porque su papá no esta ahí para acompañarlo a pasear por la calle. Hay ocasiones en que dejamos de lado lo importante sin darnos cuenta de los pequeños detalles que son los que forman la vida.

Después de días y días de suplica y rezo, el carro no "me fue" concedido, fue mucha la desilusión porque pensé que no lo había hecho con muchas ganas o fuerza, que mis rezos no habían sido escuchados porque no lo había intentado con la fe necesaria... les había fallado a mis papás...

Hoy a la distancia, después de varios tropiezos con mi propia fe, con un posible Dios, con mi lucha interna por entenderla y buscar en ella las respuestas a mis preguntas, hoy creo que tengo definida una fe propia, una que va mas allá de lo que me dice un padre en una iglesia un Domingo a medio día, o el libro mas reproducido en la historia de la humanidad que es la Biblia; hoy sé que debo de tener fe en lo que hago día a día, de estar convencido del porque lo hago, de tener la tranquilidad de haberlo hecho bien y de saber a quien o porque van dirigidos mis esfuerzos; dicen que no hay mayor fe en el Mundo que la de un recién nacido, él sin saber un idioma, sin saberse expresar, sin entender realmente lo que tiene, tiene la fe de que al comenzar a llorar alguien estará a su lado ya sea para darle de comer, para arrullarlo, para rascarle su espalda o simplemente para sentirse acompañado y entender que no esta solo.

Hoy comprendo que Dios -en su infinita sabiduría- te va a dar no lo que quieres sino lo que necesitas; si pides paciencia, te va a dar situaciones en las que podrías volverte loco; si pides fe, te va a dar problemas que la pondrán en jaque; si pides alimento te va a dar hambre de él; si pides dinero te va a dar necesidad...

Hace unos días, me vi tentado a pedirle a mi Ángel el que me ayudara a rezar para la buena suerte en un sorteo, pero inmediatamente me arrepentí, para qué pedirle algo que ya tengo, para qué pedirle algo que no necesito, para que pedirle algo que no me dará la felicidad, algo que depende mas de la suerte y del azar mas que de la ayuda divina, no quiero malgastar el "tiempo aire" con el que aún cuenta mi Ángel, lo dejaremos para cosas realmente importantes, para qué pedir por algo que seguramente el día de mañana, con mucho esfuerzo, quizá y solo quizá hasta me lo pueda comprar yo, pero sobre todo... no quiero pedirle algo tan banal, porque se puede ver tentado a quitarme algo que tengo para que me de cuenta de lo afortunado y bendecido que he sido con lo que ya me ha dado.

Muchas gracias por la fe que sin pedir me has dado...

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