El creador observa expectante mi reacción; sigo procesando todas las imágenes de ésta y otras vidas... al final, me pregunta “qué has visto?” Y solo atino a contestar “han sido muchas cosas, he estado desde el principio...” él asiente...
Me cuestiona “y ya fue suficiente?”, dudo un poco por mi respuesta, pero atinó a decir “aún hay más?”, me contesta “habrá hasta donde decidas aceptar...” tiemblo al pensar sobre todo lo que falta...
“Fue y será un camino aún más largo, cuento con ese tipo de fortaleza?”, después de un segundo que parecía una eternidad me dice “eres capaz de eso y aún más...”, aprieto la quijada al imaginar todo el dolor por venir...
“Conocerás y verás lo vil que puede ser tu naturaleza y los de tu especie”; no dejo de temblar de pies a cabeza, siento un escalofrío que me recorre más de lo normal, pregunto “valdrá la pena?”, se frota las manos... “eso tú lo decidirás...”
Me armo de valor y asiento, “entonces mándame de una buena vez...”, sorprendido me replica “estás seguro o acaso estás embriagado de adrenalina por todo lo que has visto y sentido?”; froto mi barbilla tratando de discernir entre lo que dice y lo que siento...
“Sería una verdadera pena saber el principio sin darme el tiempo de conocer el final, seré para ti el testigo que necesitas de tu obra”; sonríe sarcásticamente y dice “no sabes de lo que hablas...”, “es probable...”
“Pero no pienso esperar a que nadie me cuenta algo que estuvo al alcance de mis propios ojos; he sido testigo de grandes atrocidades, pero también de acciones dignas de llamarles milagros; el hombre es bueno, solo que interpretaron mal a lo que llamaron libre albedrío... tu más que nadie sabe del alcance de tu creación a la que llamas hombre, sabes de sus fortalezas y debilidades, sabes de sus guerras y de sus artes, de sus groserías y poesías, de su odio y amor... entonces... qué esperas?”
Toma de mi mano y me conduce al abismo, estando en el borde, distingo luces y sombras, ruidos y silencios, con una leve carcajada dice “cumple con tu destino entonces...”, caigo con un vértigo aún peor que el que había sentido un instante antes...
Cuando por fin caigo sobre el suelo, veo desconcertado mi derredor; todo era caos y destrucción, hombres y mujeres clamando por perdón, pero al mismo tiempo golpeando al de a lado por ser a quien Dios viese primero... tomo un pequeñísimo respiro que me quema el pecho, me sofoco, es cuando tomo cuenta de la gravedad de mi decisión, “me habré equivocado?” Me cuestiono... en eso veo en una esquina un niño que desconcertado abraza a un pequeño cachorro, él parece encontrar consuelo en sus brazos, me digo “es por lo que vine”; corro y la muchedumbre me golpea tanto que cada paso que doy parece más doloroso, cuando por fin llego hacia ellos, los abrazo y les pregunto “están bien?”, el niño abre los ojos y medio sonríe, me dice entre dientes “ahora si..”
El cachorro, me mira y se acurruca entre el niño y yo; les abrazo fuertemente y aún temeroso les digo “todo estará bien”; una lagrima cae por mi mejilla, y cierro los ojos mientras abrazo fuertemente a ambos... “gracias Dios...”
Fue entonces cuando sentí la libertad de conocer el Omega...
Soy parte del principio y del fin...
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