Mis ojos hipnotizados al compás de tus movimientos, tu simplemente disfrutabas de la música y yo agradecía a Dios por presenciar tu milagro...
La obscuridad fue mi complice pues disfrute de todo ello sin remordimiento a ser visto y por ende a ser juzgado.
Imploré porque la música no cesara y que tu mantuvieras tu trance, así es que estiré cada segundo lo mas que pude y archive cada cuadro de imagen que me fue permitido, todo con el fin de traerte a mi cada que quiero...
... Solo con cerrar los ojos.
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