martes, 7 de febrero de 2012

Descuentos que no son descuento...

Cerca de mi trabajo, hay una tienda de esas "nuevas" en las que encuentras de todo un poco; por lo general voy a medio día o media mañana, todo dependiendo del antojo o de la situación. Siempre me ha llamado al atención que dependiendo del "giro" del negocio son el tipo de productos que encuentras, no siempre esta todo, así es que parte del éxito que tengas depende de si sabes o no buscarlo y en donde lo buscas.

Como buena especie "bien educada" tenemos ciertas costumbres y las repetimos una y otra vez a lo largo de la vida, no soy la excepción; todos los días -o al menos la mayoría de ellos-  voy a la tienda, compro un refresco y unas frituras, casi siempre es lo mismo, con alguna variación casi imperceptible, ya hasta contemplo el presupuesto necesario para ello, prometo, algún día cambiar...

Hace unos días, en ese vaivén de actividades y cosas por hacer, note que había un descuento sobre el refresco que normalmente consumo, imagine que sería "relativamente" poco, así es que no me emocione mas de la cuenta, llego a caja, pago y salgo de ahí sin otra cosa en mente, todo normal; al llegar a mi oficina y/o taller acomodo el billete o la moneda de feria en su respectivo lugar ya que lo traía en la bolsa de la sudadero. Checo el ticket que me dieron... no había descuento; por lo general siempre que hay descuento lo hacen notar en el ticket, X cantidad menos Y porcentaje de descuento. Como ya dije, no creí que fuera gran cosa, pero la idea no dejaba de darme vueltas en la cabeza; me preguntaba si el precio que había pagado ya contaba con el descuento, pero al mismo tiempo me respondía que por lo general era el mismo precio que siempre había pagado, me pregunte nuevamente que quizá el refresco había subido de precio y que el descuento era para compensar momentáneamente ese aumento como compensación y acondicionamiento del nuevo costo, pero el mismo precio de todos los días anteriores estaba de bajo del producto.

Al siguiente día, por no quedarme con la duda, fui -como es costumbre- y realice la misma compra, me fije en la oferta señalada en la ventana del refrigerador, puse atención si era sobre el producto que estaba comprando y cheque el precio normal del mismo. Todo normal, parecía que el producto si tenía un dichoso descuento. Al llegar a caja quise preguntar a la señorita que me atendió, lamentablemente había mas gente esperando en la fila y nunca me ha gustado esperar o que me hagan esperar en una fila por alguna cosa boba  como un descuento de centavos o alguna aclaración sobre algún pequeño detalle. Así es que volví a pasar la situación por alto.

Hoy las condiciones fueron diferentes; fui a cierta hora en la que solo había proveedores, no había nadie o casi nadie esperando en fila, la tienda prácticamente sola, me atreví a preguntare a la señorita sobre el error, ya sea que fuera mío o de ellos; como suele suceder, encienden una luz o tocan alguna chicharra, el gerente o encargado recorre los pasillos con la satisfacción del poder que en el se confiere, se toma su tiempo, le explican la situación y nuevamente emprende de camino de regreso con la tranquilidad de que no tengo otra cosa que hacer -en la vida- mas que esperar que haga todo a su tiempo, ni mas ni menos, regresa al paso de un par de minutos y asiente, en efecto, el producto tiene un descuento que no esta siendo marcado por la máquina registradora, pasa una tarjeta "la del poder" teclea algunas claves, modifica el concepto, teclea un nuevo precio y se retira con la satisfacción de haber hecho su trabajo con toda claridad y transparencia... "benditos sean estos hombres de Dios" -pienso mientras se aleja-, me han dado la oportunidad de irme a casa con la satisfacción de no haberme dejado que me tomaran el pelo -jajaja-.

Igual y no es tanto por el detalle del refresco, o por la eficiencia o no de un sistema comercial, mi pregunta va mas enfocada a si realmente ponemos atención sobre lo que compramos, sobre las ofertas que nos dan o si el precio es el justo; quizá vemos "descuento" y compramos, no porque lo necesitemos o  porque valga la pena, sino por la simple idea de pensar que conseguimos algo bueno a un precio bajo, cuando la verdad es que inflaron el precio, poniendo un descuento encima, para que al comprarlo nos vayamos con la falsa idea de que salimos ganando, pero con el mismo costo de hace apenas unos días.

Quizá hay muchas buenas ofertas, quizá no muchas que valgan realmente la pena, pero lo que si hay, es una mercadotecnia hambrienta por quitarnos todo lo que tenemos y darnos todo lo que no necesitamos, así es que hay que poner atención en lo que compramos, en si lo necesitamos y si tenemos con que comprarlo. A final de cuentas los productos están hechos para satisfacer una necesidad, su existencia dependerá de nuestra demanda... ¿Quién es el que manda...?

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